Por donde corríamos la tierra temblaba a nuestros pies, no sabíamos
cual de los bandos perpetraba este bombardeo, lo único que sabíamos es que aquel
bosquecillo y ese lago donde hace un par de horas me bañaba desnudo y después gozaba
del sexo mas desenfrenado con un desconocido descubriendo facetas mías
totalmente desconocidas para mi, estaba volando en pedazos, ya no existía nada
de aquello, como recuerdo solo permanecía mi impertérrita erección que no se
bajaba aunque estuviera en frente de un pelotón de fusilamiento. Aquellas
erecciones como la que tengo ahora mismo eran bastante conocidas en todos los prostíbulos de la ciudad y parte
de la provincia, además del tamaño de mi miembro viril que entre compañeros de
sindicato había sido apodado como “pijo largo” o “trípode”.
En fin, que aquella vez ya no hay “pijo largo” que valga,
ahora tocaba salvarse el pellejo o como se dice vulgarmente “salvarse el culo”
y había que correr esquivando las bombas que caían del cielo.
De pronto suena un ruido extraño y siento que me elevo por
los aires, estoy unos segundos en el aire y caigo a toda prisa, quiero
incorporarme pero no puedo, tampoco oigo nada, de repente todo ha vuelto a la
paz, solo veo una gran pantalla blanca como aquella que instalaron hace poco
cerca de la playa y luego fueron proyectando imágenes con un cinematográfico,
solo eso, todo blanco y mudo…
Como en una ensoñación noto como mi cuerpo vuelve a elevarse
pero no del todo solo de torso hacia arriba y es arrastrado, sigo sin ver ni
escuchar nada, todo blanco y mudo y una paz de la cual mi poca conciencia que
me queda escucho.
-
No te rindas, yo te sacaré de aquí…
No me lo podía creer (pensé cuando tomé conciencia mucho
tiempo después), la persona a la cual estaba torturando y forzando a tener sexo
salvaje estaba intentando salvarme la
vida…
Por fin! ya anhelaba leer tus relatos eróticos!
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